Este año, HARAMBEE ONGD le otorgó, a usted y la fundación Kianda que dirige, el premio a la Promoción e Igualdad de la Mujer Africana. Qué significa este premio para su trabajo y en qué consiste su trabajo en fundación Kianda? Este premio significa mucho tanto para mí como para la Fundación Kianda porque es como un respaldo a lo que hemos estado haciendo durante muchos años. Nos ha dado a mí y a mis colegas el impulso para continuar con nuestro trabajo. Además, no se trata de una distinción honorífica sino que también cuenta con una importante dotación facilitada por los Laboratorios René Furtere del grupo Pierre Fabre, que nos permitirá mejorar nuestros servicios y la capacitación profesional de más mujeres vulnerables. Por otra parte ha dado a conocer nuestro trabajo a muchas personas y esperamos que muchos de los que han llegado a saber lo que estamos haciendo se sientan alentados a apoyarnos a nosotros y a otros que están llevando a cabo iniciativas similares para hacer del mundo un lugar mejor para los más pobres entre los pobres de África. ¿Cómo usted, una prestigiosa economista, dejó su carrera profesional para dedicarse a esta importante labor humanitaria? Cuando la Fundación Kianda quería iniciar en 2003 el programa Fanikisha de empoderamiento de mujeres vulnerables necesitaban alguien que lo dirigiera. A mi me pareció importante colaborar en un proyecto que permitiría proporcionar un mejor futuro a miles de mujeres y a través de ellas a miles de familias y ¡así es como terminé aquí! ¿Cómo acceden las mujeres kenianas, a veces procedentes de zonas muy remotas de las ciudades, a la ayuda de la fundación? La Fundación Kianda existe desde 1961 para la educación de mujeres y niñas. Muchos beneficiarios viven en todas partes del país y lo que han aprendido se transmite dondequiera que estén. Tenemos el Centro de Formación Profesional Tewa en Kilifi. Una región con una de las tasas de alfabetización más bajas de Kenia. que es un lugar remoto y las beneficiarias son muy pobres. Allí tenemos también una residencia para el alojamiento de alumnas que viven lejos. Estas niñas habrían sido casadas a una edad temprana si Tewa no existiera. En los suburbios de Nairobi tenemos el Centro de Formación Técnica Kimlea que también apoya a las niñas rurales en el sector hotelero. Contamos con dos guarderías: Gatina y Maramba, dentro de las plantaciones de té. También contamos con el Programa de Salud Infantil (CHEP), patrocinado por Harambee, que cubre la atención médica de los niños en el condado de Kiambu. Cualquiera es libre de venir a Kimlea Clinic con la seguridad de que será atendido. Así también contamos con un programa de extensión para 4 colegios públicos y 2 escuelas infantiles. También contamos con programas de extensión en Mombasa, Kisumu, Nyeri y Meru, entre otros. El impacto es inmenso Disponen de guarderías para cuidar a los hijos de madres trabajadoras para que puedan avanzar en su promoción profesional. ¿Cómo puede influir en el futuro de estos niños su estancia en guarderías y la promoción de sus madres? Este proyecto nació como resultado de incidentes en los que se había dejado a niños desatendidos mientras sus madres, realizaban trabajos ocasionales. Los niños resultaron heridos o se hicieron daño entre sí. Un niño se roció con agua hirviendo mientras que otro sufrió un pinchazo en un ojo. El primer beneficio es que quedan en un ambiente seguro bajo el cuidado de adultos. En segundo lugar, aquellos que han alcanzado la edad escolar disfrutan de educación reglada. En Kenia, un niño no puede ser matriculado en la escuela primaria antes de asistir a la guardería; sin embargo, no hay guarderías públicas. Son los padres los que deben financiar la educación preescolar de sus hijos. Los que no cuentan con medios se quedan fuera. Antes de crear las guarderías en los campus de té, los hijos de las recolectoras de té, de cualquier edad, eran analfabetos, como sus madres. ¿Qué edad promedio tienen las mujeres que buscan ayuda de Kianda? No hay límite de edad para el el proyecto Fanikisha, pero la edad promedio es de 45 años. Para los proyectos universitarios, la edad promedio es de 20 años. Los que asisten a la escuela primaria tienen entre 6 y 12 años y los de secundaria, entre 13 y 18. 6. ¿Qué logros destacarías en el trabajo de la fundación? Estamos capacitando constantemente a mujeres desde hace más de 6 décadas. Fuimos la primera institución multirracial durante la era colonial, en proporcionar estudios universitarios y de formación profesional, cuando el apartheid era la norma. También fuimos la primera escuela de hotelería en Kenia. Miles de mujeres profesionales han pasado por nuestras iniciativas ¿Cómo ves el futuro de las mujeres en África?
Hay esperanza, pero queda mucho trabajo por hacer. Esto será posible a través de la educación, el empoderamiento y el apoyo de quienes lo desean. Parte del empoderamiento se logra a través de habilidades para la vida que incluyen asesoramiento para la autoestima y la autoeficacia. La Fundación Kianda ha incluido este componente en todos sus proyecto y especialmente en el proyecto Fanikisha. Las mujeres que han sido siempre marginadas tienen que empezar creyendo en sí mismas.
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